9 Agosto 2015


“Pastoréales y susténtales para siempre”
Salmo 28:9




El Pueblo de Dios necesita ser pastoreado. Es muy pesado por naturaleza. No tiene alas o, si las tiene, son como la paloma que se quedó a dormir entre los rebaños, necesita gracia divina para hacerlas volar en alas cubiertas de plata y con plumas de oro resplandeciente.  Por naturaleza, las chispas vuelan, pero las almas pecadoras de los hombres, caen. Oh, Señor, “pastoréalos por siempre”.

El mismo David dijo: “A ti, oh Jehová, levantaré mi alma” (Salmo 25:1), y acá siente la necesidad de que las almas de otros hombres sean elevadas tanto como la suya. Cuando pides esta bendición para ti mismo, no te olvides de pedirla para otros también. Hay tres maneras en las cuales el Pueblo de Dios necesita ser guiado: necesita ser guiados en su carácter. Guíalos, Señor, no permitas que tu Pueblo sea como la gente del mundo “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19), ¡guíalos fuera de allí! La gente del mundo va tras del oro y la plata, buscando sus propios placeres y satisfacciones de sus deseos, pero, Señor, eleva a tu Pueblo por encima de eso, guárdalo de ser vituperador, como llama John Bunyan al hombre que está siempre tras el oro. ¡Establece sus corazones en el Señor resucitado y en la herencia celestial! Más aun, los creyentes necesitan ser prosperados en el conflicto.

Si en la batalla parecen desfallecer, oh Señor, complácete en darles la victoria. Si el pie del enemigo está sobre sus cuellos, ayúdalos a tomar la espada del Espíritu y a ganar la batalla. Señor eleva el espíritu de tus hijos en el día del conflicto, no permitas que se sienten en el polvo lamentándose para siempre.

También podemos pedir a nuestro Señor ¡que los guie en el fin! Guíalos, llevándolos a su hogar; levanta sus cuerpos de la tumba y eleva sus almas a tu eterno Reino en gloria.



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