11 Agosto 2015
“Cuando los caminos del hombre son
agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él”
Proverbios
16: 7
He de ver que mis
caminos sean agradables al Señor. Incluso entonces tendré enemigos; y, tal vez,
todavía con mayor certidumbre, debido a que me esfuerzo en hacer aquello que es
recto. ¡Pero qué promesa es esta! El Señor hará que la ira del hombre le alabe,
y a abatirá de tal forma que no me turbará.
Él puede constreñir al
enemigo a desistir de hacerme daño, aunque tenga la intención de hacerlo. Esto
hizo con Labán, que persiguió a Jacob, pero no se atrevió a tocarlo. O puede
dominar la ira del enemigo, y volverlo amigable, como lo hizo con Esaú, que se
reunió con Jacob de una manera hermanable, aunque Jacob había temido que lo
hiriera a él y a su familia con la espada.
El Señor puede también
convertir a un furioso adversario en un hermano en Cristo, en un compañero
obrero, como lo hizo con Saulo de Tarso.
¡Oh, que hiciera esto
en cada instancia en que aparezca un espíritu perseguidor!
Bienaventurado es el
hombre cuyos enemigos son reducidos a ser con él, lo que los leones fueron con
Daniel en el foso: ¡tranquilos y amigables! Cuando me enfrente con la muerte,
que es llamada el último enemigo, ruego que pueda estar en paz. Mi única gran
preocupación ha de ser agradar al Señor en todas las cosas.
¡Oh, hemos de tener fe y
santidad; pues estas cosas son agradables al Altísimo!
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