4 Agosto 2015



Huerto del rey
Nehemías 3:15




La mención del huerto del rey por Nehemías trae a la mente el paraíso que el Rey de reyes preparó para Adán. El pecado arruinó completamente aquella bella y placentera morada, y sacó a los hijos de los hombres a trabajar la tierra que produce espinas y arbusto.

Alma mía, recuerda la caída, pues fue tu caída. Llora mucho, pues el Señor de amor fue tan vergonzosamente maltratado por la cabeza de la raza humana, de la cual tu eres miembro, tan indigno como cualquiera. Contempla como los dragones y los demonios habitan esta bella tierra, que una vez fue un jardín de deleite.

Mira a lo lejos el jardín de otro rey, que el Rey  riega con su sudor ensangrentado: Getsemaní, cuyas amargas hierbas son más dulces para las almas renovadas que los frutos apetitosos del Edén. Allí la maldad de la serpiente en el primer jardín fue desecha, allí se levantó la maldición de la Tierra, cargada por la simiente prometida de la mujer. Alma mía acuérdate mucho de la agonía y de la pasión, recurre al jardín en el que se exprimen las aceitunas y mira los jardines, donde el alma puede ver la culpa del pecado y el poder del amor, dos escenas que sobrepasan a las otras.

¿No hay otro jardín del Rey? Sí, mi corazón, tú eres o deberías ser eso. ¿Cómo florecen las flores? ¿Hay algún fruto exquisito? ¿Camina el Rey por allí y descansa en las enramadas de mi espíritu? Déjame que me fije que las plantas estén podadas y regadas, y que las malvadas zorras hayan sido expulsadas. Ven, Señor, y permite que el viento sople a tu llegada, que se esparzan las fragancias de tu jardín. Tampoco debo olvidar el jardín del Rey de la Iglesia. Oh Señor, envíale prosperidad. Reconstruye sus muros, nutre sus plantas, madura sus frutos y desde el gran desierto, rescata la soledad del yermo y haz de allí el  “Huerto del Rey”.


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