6 Agosto 2015
“Y pondrá su mano sobre la cabeza del
holocausto,
Y será aceptado para expiación suya”
Levítico
1:4
El hecho de que nuestro
Señor haya sido “pecado por nosotros” se describe acá por la muy significativa
transferencia del pecado al novillo, realizada por los ancianos de entre el
pueblo. La imposición de manos no era solamente un punto de contacto, pues en
otros lugares de La Escritura la palabra original tiene el significado de
“apoyar pesadamente”, con ella la expresión “sobre mí reposa tu ira” (Salmo 88:7)
Con seguridad está es
la esencia y naturaleza misma de la fe, que no solo nos pone en contacto con el
gran Sustituto, sino que nos enseña apoyarnos en el Señor con todas las cargas
de nuestra culpa. Jehová hizo caer sobre la cabeza del Sustituto todas las
ofensas del pueblo del pacto, pero cada uno de los escogidos es llevado personalmente
a ratificar esta solemne acta del pacto, cuando por gracia, se le permite, a
través de la fe, poner su mano sobre la cabeza del “Cordero que fue inmolado
desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13:8)
Creyente ¿Recuerdas el
magnífico día en el que por primera vez se hizo realidad el perdón de Jesús?
¿No puedes hacer una feliz confesión y unirte al escritor para decir: “Mi alma
recuerda el día de la liberación con felicidad”? cargado con culpa y lleno de
temores, vi a mi Salvador como mi Sustituto, y puse mi mano sobre Él, oh, con
cuanta timidez al principio, pero aumentó la valentía y se confirmó la
confianza hasta que apoye toda mi alma sobre Él, y ahora mi gozo incesante es
saber que mis pecados ya no se me imputan, sino que están puestos sobre Él, y
como las deudas del viajero herido, Jesús, como el buen Samaritano, ha dicho de
toda mi futura pecaminosidad: ‘Pónganlo a mi cuenta’
¡Bendito
descubrimiento! ¡Eterno solaz de un corazón agradecido!
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