15 Agosto 2015
“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He
aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas y las reconoceré"
Ezequiel
34: 11
Esto hace al principio
cuando Sus elegidos son como ovejas descarriadas que no conocen al pastor ni al
rebaño. ¡Cuán maravillosamente encuentra el Señor a Sus elegidos! Jesús es
grandioso tanto en Su carácter de un pastor rastreador como de un pastor
salvador.
Aunque muchos de
aquellos que Su Padre le dio, hubieran llegado tan cerca de las puertas del
infierno como hubieran podido hacerlo, sin embargo, el Señor, tras buscar y
buscar, los descubre y se acerca a ellos en la gracia. Él nos ha reconocido:
tengamos buena esperanza por aquellos que son puestos en nuestros corazones
para que oremos por ellos, pues Él los encontrará también.
El Señor repite este
proceso cuando cualquier miembro de Su rebaño se extravía de los pastos de la
verdad y de la santidad. Podrían caer en grave error, en triste pecado, y
dureza atroz; mas, sin embargo, el Señor, que se ha convertido en una garantía
a favor de ellos ante Su Padre, no tolerará que ninguno de ellos llegue tan
lejos como para que perezca. Él, por Su providencia y por Su gracia, los
seguirá a tierras extrañas, a moradas de pobreza, a cuevas de oscuridad, a profundidades
de desesperación; Él no perderá a ninguno de los que Su Padre le ha dado.
Para Jesús, buscar y
salvar a todo el rebaño, es, sin ninguna excepción, un asunto de honor.
¡Qué promesa tengo para
argumentar con ella, si en esta hora me veo forzado a clamar: “Yo anduve
errante como oveja extraviada.”!
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