20 Enero 2016
“Habitaré y andaré entre ellos, y seré su
Dios, y ellos serán mi pueblo”
2 Corintios
6: 16
Aquí hay un interés
mutuo. Cada uno pertenece al otro. Dios es la porción de Su pueblo, y el pueblo elegido es la porción
de su Dios. Los santos descubren que Dios es su principal posesión, y Él los
considera como su peculiar tesoro.
¡Qué mina de consuelo
para el creyente se esconde en este hecho!
Esta feliz condición de
interés mutuo conduce a la consideración mutua. Dios pensará siempre en Su
propio pueblo, y ellos pensarán siempre en Él. En este día, mi Dios ejecutará
todas las cosas por mí; ¿qué puedo hacer por Él? Mis pensamientos deberían
correr hacia Él, pues Él piensa en mí. He de asegurarme que así sea, y no debo
contentarme con admitir simplemente que ha de ser así.
Esto, además, conduce a
la comunión mutua. Dios mora en nosotros, y nosotros moramos en Él; Él camina
con nosotros, y nosotros caminamos con Dios. ¡Cuán feliz comunión es esta!
¡Oh, que reciba gracia
para tratar al Señor como mi Dios: para confiar en Él, y para servirle como Su
Deidad merece! ¡Oh, que pudiera amar, y adorar, y reverenciar y obedecer a
Jehová en espíritu y en verdad! Este es el deseo de mi corazón. Cuando lo
alcance, habré encontrado mi cielo.
¡Señor, ayúdame! Sé mi
Dios, ayudándome a conocerte como mi Dios, por Jesucristo nuestro Señor.
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