13 Agosto 2015


Quisiéramos ver a Jesús”
Juan 12:21




Cada vez más el clamor de la persona mundana es: “¿Quién nos mostrara algún bien?”. Esta busca satisfacción en las comodidades terrenales, los placeres y las riquezas. Pero el pecador que recibió vida conoce solo un bien: ¡Quien me diera el Saber donde hallar a Dios! (Job 23:3). Cuando realmente ha despertado y siente su culpa, aunque tú pudieras derramar el oro de la India a sus pies te dirá: “Llévatelo, yo quiero hallarlo a Él”.

Es una bendición para un hombre haber enfocado sus deseos para que todos estén centrados en un solo objeto. Cuando tiene cincuenta deseos su corazón se asemeja a un lago de agua estancada, extendido a un pantano, que produce olor fétido y pestilencia. Pero cuando todos sus deseos se llevan a un canal, su corazón se parece a un rio de agua pura, que corre muy veloz a fertilizar los campos. Feliz de aquel que tiene un deseo, y ese deseo está establecido en Cristo, aunque todavía no se haya cumplido. Si Jesús es el deseo de un alma, es el bendito signo de una obra divina en lo interior. Tal hombre nunca se conformará con simples leyes, dirá: “Quiero a Cristo, debo tenerlo, las simples leyes no me son útiles, lo quiero a Él; no me ofrezcan esto, una vasija vacía, mientras que yo muero de sed. Denme agua o moriré. Jesús es el deseo de mi alma, ¡quiero ver a Jesús!”

¿Es esta tu condición, mi lector, en este momento? ¿Tienes un solos deseo, y es Cristo? Entonces, no estas lejos del Reino de los Cielos. ¿Tienes un solo deseo en tu corazón? ¿Y es ese dese que todos tus pecados sean lavados en la sangre de Jesús? ¿Puedes decir realmente: “Daría lo que fuera por ser cristiano y anhelo sentir que Cristo se interesa en mí”? entonces, a pesar de todos tus temores, ten buen ánimo, el Señor te ama y pronto saldrás a la luz del día y te regocijarás en la libertad por medio de la cual Cristo hace a los hombres libres.


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