5 Agosto 2015
“Pero a los justos les será dado lo que
desean”
Proverbios
10: 24
Puesto que es un deseo
justo, Dios está dispuesto a concederlo. No sería bueno ni para el propio
individuo involucrado ni para la sociedad en general, que una promesa así fuera
ofrecida a los injustos.
Si guardamos los
mandamientos del Señor, Él tendrá apropiadamente un respeto para nuestros
deseos. Si los justos se vieran reducidos a tener deseos injustos, no les
serían concedidos. Pero entonces, estos no serían sus deseos reales; serían sus
descarríos o sus desatinos; y está bien que sean rechazados.
Sus agraciados deseos
llegarán delante del Señor, y no les dirá que no.
¿Nos está denegando el
Señor nuestras peticiones durante algún tiempo? Que la promesa correspondiente
al día de hoy nos aliente a pedir de nuevo. ¿Nos ha negado completamente
nuestras peticiones? Aun así le daremos gracias, pues nuestro deseo siempre ha
sido que nos niegue lo que pedimos, si Él juzgase que lo mejor para nosotros
fuese un rechazo.
En cuanto a ciertas
cosas, pidamos con audacia. Nuestros deseos primordiales han de ser los
relativos a la santidad, la utilidad, la semejanza a Cristo, nuestra preparación
para el cielo. Estos son los deseos de la gracia más bien que de la naturaleza:
son los deseos del hombre justo más bien que del hombre natural.
Dios no nos escatimará
estas cosas, sino que nos dará en abundancia. “Deléitate asimismo en Jehová, y
él te concederá las peticiones de tu corazón.” ¡Este día, alma mía, pide
liberalmente!
Comentarios
Publicar un comentario