29 Julio 2015
“Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más
Pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová”
Jeremías
31: 34
En verdad,
prescindiendo de cualquier otra cosa que no sepamos, nosotros conocemos al
Señor. Este día esta promesa es verdadera en nuestra experiencia, y no es una
pequeña promesa.
El más pequeño creyente
entre nosotros conoce a Dios en Cristo Jesús. No tan plenamente como
quisiéramos; mas, sin embargo, verdadera y realmente conocemos al Señor.
No sólo conocemos
doctrinas acerca de Él, sino que lo conocemos a ÉL. Él es nuestro Padre y
nuestro Amigo. Somos Sus conocidos personales. Podemos decir: “Señor mío, y
Dios mío.” Gozamos de estrecha comunión con Dios, y pasamos muchas temporadas
felices en Su santa compañía.
Ya no somos más
extraños para nuestro Dios, sino que el secreto del Señor está con nosotros.
Esto es más de lo que la naturaleza podría habernos enseñado. La carne y la
sangre no nos han revelado a Dios. Cristo Jesús ha dado a conocer al Padre a
nuestros corazones.
Si, entonces, el Señor
ha hecho que lo conozcamos, ¿no es esto la fuente de todo conocimiento
salvador? Conocer a Dios es la vida eterna. Tan pronto como llegamos a conocer
a Dios, tenemos la evidencia de ser resucitados a una vida nueva.
¡Oh, alma mía,
regocíjate con este conocimiento, y bendice a tu Señor todo este día!
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