27 Julio 2015



“Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un hasta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá
Números 21: 8





Este es un tipo glorioso del Evangelio. Jesús, contado con los inicuos, cuelga en la cruz delante de nosotros. Una mirada a Él nos curará de la mordida de serpiente del pecado; Él nos sanará de inmediato: “Cuando mirare a ella, vivirá”.

El lector que esté lamentando su pecaminosidad ha de notar las palabras: “Cualquiera que mirare a ella, vivirá”. Todo el que mire comprobará que esto es verdad. Yo comprobé que así es. Yo miré a Jesús y viví al instante. Yo sé que viví.

Lector, si miras a Jesús, tú vivirás también. Es cierto que estás saturado de veneno y no ves ninguna esperanza. Es cierto, también, que no hay otra esperanza sino esta. Pero esta es una cura infalible:
“Cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.”

La serpiente de bronce no fue izada como una curiosidad que debía ser contemplada por los sanos; su propósito especial era para quienes fueren “mordidos”.

Jesús murió como un Salvador real para pecadores reales. Aunque la mordida te haya hecho un borracho, o un ladrón, o una persona impúdica y profana, una mirada al Grandioso Salvador te sanará de estas enfermedades, y te hará vivir en santidad y comunión con Dios. Mira y vive.



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