15 Julio 2015




Pero no pudieron ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella el niño”
Éxodo 2:3



Me atrevo  asegurar que algunos de los lectores no saben quién era Amran y Jocabed, sin embargo tienen bien claro quien fue Moisés; aunque la bendita Palabra de Dios menciona hechos de sus padres se omiten sus nombres.

Al igual que estos maravillosos padres hicieron actos trascendentales y dieron pasos de fiel cristiano, estás llamado a caminar y avanza porque Dios te ha llamado para cumplir un propósito, y si aún nuestro nombre aparece escrito solo para llevar una genealogía como lo es en el caso de Amran y Jocabed padres de Moisés (Éxodo 6: 20),  nuestros actos y pasos de fe pueden marcar una generación.

Cuando Jocabed colocó a su hijo Moisés en esa arquilla no es señal de perder fe o de ya no poder hacer más, ni mucho menos de una madre desalmada que ha abandonado a su hijo a expensas de la nada; más bien nos recalca el amor de una madre que colocó su confianza en la providencia divina, cuya fe marco una nación completa.

Esa arquilla de juncos cubierta de brea le brinda la confianza de que su hijo no naufragaría en las impetuosas olas del río, pues el Dios de sus padres le guardaría hasta el final, y volvería nuevamente a sus manos hasta que se cumpliera el propósito de Dios.


No necesitamos fama ni gloria para cambiar e impactar una generación solo basta con confiar en Dios y mantener fe en su perfecta voluntad.

P. Elizabeth Gallo

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