26 Julio 2015




“Tu benignidad me ha engrandecido”
Salmo 18:35







Las palabras tienen la capacidad de ser traducidas. David, con agradecimiento, le atribuyo toda su grandeza, no a su propia benignidad, sino a la de Dios. “Tu providencia” es otra lectura posible, y la providencia no es nada más que la bondad en oración. La benignidad es el capullo de la cual la providencia es la flor o la semilla de la que la providencia es la cosecha. Algunos lo traducen como “tu ayuda”, que no es sino otra expresión para la providencia siendo esta el firme aliado de todos los santos, que los ayuda en el servicio a su Señor.


Otra vez, “Tu humildad me ha engrandecido”. “Tu condescendencia” puede, quizás servir como una lectura abarcadora, combinando las ideas mencionadas e incluyendo la de la humildad. Es porque Dios se hace a sí mismo pequeño que nosotros somos hechos grandes. Nosotros somos tan pequeños que si Dios fuera a manifestar su grandeza sin condescendencia, quedaríamos aplastados debajo de sus pies. Pero Dios, que debe inclinarse para ver los cielos y lo que hacen los ángeles, mira aún más abajo, y contempla al humilde y contrito y lo hace grande.

Incluso, hay otras lecturas como la de la Septuaginta, que expresa: “Tu disciplina”, tu corrección de padre, “me ha engrandecido” mientras que la versión aramea dice: “tu palabra me ha aumentado”. Aun así, la idea es la misma. David atribuye toda su “grandeza” a su Padre en el cielo. Que este sentimiento halle eco en nuestros corazones este día, mientras ponemos nuestras coronas a los pies de Jesús y clamamos “Tu benignidad me ha engrandecido”.


¡Que maravillosa ha sido nuestra experiencia de la dulzura de Dios! ¡Cuán gentil han sido tus correcciones! ¡Cuán gentil su tolerancia! ¡Cuán gentil sus enseñanzas! ¿Cuán gentiles sus acercamientos! Medita sobre este tema, oh creyente. Permite que la gratitud se despierte, que la humildad se profundice, que el amor sea avivado antes de que te duermas esta noche.

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