20 Julio 2015
“Y verán todos los pueblos de la tierra que
el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán”
Deuteronomio
28: 10
Entonces no tenemos
ninguna razón para estar temerosos de ellos. Esto daría muestras de un espíritu
indigno, y sería una señal de incredulidad más bien que de fe. Dios puede
hacernos tan semejantes a Él, que los hombres se verán obligados a reconocer
que nosotros llevamos Su nombre justamente, y que en realidad pertenecemos al
Santo Jehová.
¡Oh, que obtengamos
esta gracia que el Señor espera otorgar!
Tengan la seguridad de
que los hombres impíos sienten temor de los verdaderos santos. Les odian, pero
también les temen. Amán tembló por causa de Mardoqueo, aun cuando buscaba la
destrucción de aquel buen hombre.
De hecho, el odio de
ellos surge a menudo del temor que no confiesan por ser demasiado altivos.
Sigamos por la senda de la verdad y de la rectitud sin el menor estremecimiento.
El miedo no es para nosotros, sino para quienes hacen el mal y combaten contra
el Señor de los ejércitos. Si en verdad el nombre del Eterno Dios es invocado
sobre nosotros, estamos seguros; pues, al igual que antaño, cuando un romano
sólo tenía que decir romanus sum (soy romano), y podía reclamar la protección
de todas las legiones del vasto imperio, así, cada individuo que sea un hombre
de Dios tiene a la omnipotencia como su guardián, y Dios primero dejaría al
cielo sin ángeles que a un santo sin defensa.
Sean más valerosos que
leones en cuanto a lo que es recto, pues Dios está con ustedes.
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