23 Julio 2015



“A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”
Hechos 23: 11





¿Eres un testigo del Señor, y te encuentras justo ahora en peligro? Entonces recuerda que tú eres inmortal hasta que tu trabajo haya sido concluido. Si el Señor te ha designado para que des más testimonios, entonces vivirás para darlos. ¿Quién es aquel que podría romper la vasija que el Señor se propone utilizar otra vez?

Si no tienes más trabajo que hacer para tu Señor, no debería turbarte que esté a punto de llamarte a casa y ponerte donde estés más allá del alcance de los adversarios.

Dar testimonio por Jesús ha de ser tu principal oficio, y no te pueden detener hasta que ese testimonio esté concluido: por tanto, puedes estar tranquilo. La cruel calumnia, la tergiversación impía, el abandono de los amigos, la traición de quien goza de tu mayor confianza, y todo lo demás que te pudiese sobrevenir, no pueden obstaculizar el propósito del Señor en cuanto a ti.

El Señor está a tu lado en la noche de tu aflicción, y dice: “Todavía es necesario que testifiques de Mí.” Ten calma y sé lleno de gozo en el Señor.

Si no necesitas esta promesa justo ahora, podrías necesitarla muy pronto. Atesórala. Recuerda también orar por los misioneros, y por todos los perseguidos, para que el Señor los preserve hasta que completen su obra.

C. Spurgueon


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