2 Julio 2015
“Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y
Vuestros pensamientos en Cristo Jesús”
Filipenses
4: 6, 7
Ningún afán hemos de
tener y sólo hemos de entregarnos a la oración. Ninguna ansiedad, sino mucha
comunión gozosa con Dios. Lleven sus deseos al Señor de su vida, al guardián de
su alma. Acudan a Él con dos porciones de oración, y una porción de fragante
alabanza. No oren dudosamente, sino agradecidamente.
Consideren que ya
tienen las peticiones y, por tanto, agradezcan a Dios por Su gracia. Él les
está dando gracia; denle gracias. No oculten nada. No permitan que ninguna
necesidad se encone en su pecho; “sean conocidas vuestras peticiones”.
No acudan al hombre.
Vayan únicamente a su Dios, el Padre de Jesús, que los ama en Él.
Esto les traerá la
propia paz de Dios. Ustedes no podrán entender la paz que gozarán. Los
envolverá en su abrazo infinito. El corazón y la mente se verán sumergidos en
un mar de reposo por medio de Cristo Jesús. Venga vida o muerte, pobreza, dolor
o calumnia, ustedes morarán en Jesús por encima de cualquier viento turbador o
nube sombría. ¿No obedecerán este amable mandato?
Sí, Señor, yo en verdad
te creo; pero te suplico que ayudes mi incredulidad.
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