25 Julio 2015
“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no
hay para ellos tropiezo”
Salmo 119:
165
Sí, un verdadero amor
por el gran Libro, nos traerá gran paz del gran Dios, y será una gran
protección para nosotros. Si vivimos constantemente en la compañía de la ley
del Señor, engendrará en nuestros corazones un sosiego que ninguna otra cosa
podría generar.
El Espíritu Santo actúa
como Consolador por medio de la Palabra, y derrama abundantemente esas benignas
influencias que calman las tempestades del alma.
Nada sirve de piedra de
tropiezo para el hombre en el que mora ricamente la Palabra de Dios. Él toma su
cruz diaria que se convierte en un deleite. Está preparado para la tribulación
de fuego, y no la considera como algo extraño, como para quedar completamente
abatido por ella. No tropieza con la prosperidad, como hacen muchos, ni es aplastado
por adversidad, como han sido otros, pues vive más allá de las cambiantes
circunstancias de la vida externa.
Cuando el Señor pone
delante de él algún gran misterio de la fe que hace clamar a otros:
“Dura es esta palabra;
¿quién la puede oír?”, el creyente lo acepta sin ninguna duda; pues sus
dificultades intelectuales son resueltas por su temor reverente de la ley del
Señor, que es para él la suprema autoridad ante la que se inclina gozosamente.
Señor, obra en nosotros
este amor, esta paz y este reposo, en este día.
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