11 Julio 2015
“Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová”
2 Reyes 22:
19
Muchos menosprecian la
advertencia y perecen. Bienaventurado es aquel que tiembla ante la palabra del
Señor. Josías así lo hizo, y le fue perdonada la contemplación del mal que el
Señor determinó enviar en contra de Judá por causa de sus graves pecados.
¿Posees tú este
enternecimiento? ¿Practicas esta humillación de tu yo? Entonces tú también
serás eximido en el día malo. Dios pone una marca sobre los hombres que
suspiran y claman por causa de los pecados de los tiempos.
Se le ordena al ángel
exterminador que conserve su espada en su vaina hasta que los elegidos de Dios
sean protegidos: estos son mejor conocidos por su temor piadoso y por su
temblor ante la palabra del Señor. ¿Son amenazadores los tiempos?
¿Avanzan a grandes la
infidelidad y temes un castigo nacional sobre esta nación contaminada? Haces
bien. Sin embargo, has de descansar en esta promesa: “Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu
sepulcro en paz, y no verán tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este
lugar.”
Mejor todavía, el
propio Señor podría venir, y entonces los días de nuestra lamentación llegarán
a un fin.
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