28 Junio 2015
“Jehová lo sustentará sobre el lecho del
dolor”
Salmo 41: 3
Recuerden que esta es
una promesa para el hombre que considera al pobre.
¿Eres tú uno de ellos?
Entonces puedes apropiarte del texto, pero nadie más puede hacerlo.
¡Vean cómo en la hora
de la enfermedad, el Dios de los pobres bendice al hombre que se preocupa por
los pobres!
Los brazos eternos
sustentarán su alma así como las manos amigas y la blanda almohada sustentan el
cuerpo del enfermo. ¡Cuán tierna y condescendiente es esta imagen; cuán cerca
de nuestras debilidades y de nuestras enfermedades trae a nuestro Dios! ¿Quién
oyó decir lo mismo del antiguo Júpiter pagano, o de los dioses de la India o de
China? Este es un lenguaje peculiar al Dios de Israel; Él es quien se digna
volverse enfermero y asistente de los hombres buenos.
Si golpea con una mano,
Él sustenta con la otra. ¡Oh, es un bendito desfallecimiento cuando uno cae
sobre el propio pecho del Señor y es sustentado allí! La gracia es el mejor de
los reconstituyentes; el amor divino es el más seguro estimulante para un
paciente que languidece; vuelve al alma fuerte como un gigante, aun cuando los
huesos se estén quebrando a través de la piel.
No hay ningún médico
como el Señor, ningún estimulante como Su promesa, ningún vino como Su amor.
Si el lector ha
incumplido su deber para con los pobres, ha de ver lo que está perdiendo y de
inmediato debe volverse el amigo y ayudador de los pobres
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