23 Junio 2015




“Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará”
Proverbios 3: 23






Es decir, si seguimos los caminos de la sabiduría y de la santidad, seremos preservados en ellos. El que viaja a la luz del día por la calzada, está bajo la protección del rey. Hay un camino para cada persona, su propio llamamiento en la vida, y si nosotros caminamos en él, en el temor de Dios, Él nos preservará del mal.

Tal vez no viajemos lujosamente, pero caminaremos con seguridad. Tal vez ya no podamos correr como lo hacen los jóvenes, pero podremos caminar como hombres buenos.

Nuestro mayor peligro está en nosotros mismos: nuestro débil pie es muy tristemente propenso al tropiezo. Pidamos una mayor fortaleza moral, para que nuestra tendencia a resbalar pueda ser dominada. Algunos tropiezan porque no ven la piedra en el camino: la gracia divina nos capacita para ver el pecado, y así evitarlo.

Hemos de argumentar esta promesa, y hemos de confiar en Aquel, que sostiene a Sus elegidos.
¡Ay!, nuestro peor peligro es nuestra propia negligencia, pero el Señor nos ha puesto en guardia contra esto, diciendo: “Velad y orad.”

¡Oh, pidamos gracia para caminar hoy sin un solo tropiezo! No basta que no caigamos de hecho; nuestro clamor ha de ser que no experimentemos el menor resbalón con nuestro pie, sino que al fin adoremos a Quien es poderoso para protegernos de cualquier tropiezo.



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