11 Junio 2015
“Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis
y visteis en mí, esto haced; y el
Dios de paz estará con vosotros”
Filipenses
4: 9
Es algo bueno cuando un
hombre puede ser imitado minuciosamente para beneficio, como Pablo podía ser
imitado. ¡Oh, que recibamos la gracia de imitarlo este día y todos los días!
Si nosotros, por medio
de la gracia divina, pusiéramos en práctica la enseñanza paulina, podríamos
reclamar la promesa que está ahora abierta delante de nosotros; ¡y qué promesa
es! Dios, que ama la paz, hace la paz, e infunde paz, estará con nosotros.
“Paz sea con todos
vosotros” es una dulce bendición; pero que el Dios de paz esté con nosotros, es
una mayor bendición. De esta manera tenemos tanto la fuente como también sus
corrientes, tenemos el sol así como sus rayos. Si el Dios de paz está con
nosotros, gozaremos de la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, aunque
las circunstancias externas amenacen con perturbarnos.
Si los hombres
disputaran, nosotros nos convertiríamos en pacificadores, si el Hacedor de la
paz está con nosotros. Es en el camino de la verdad que la paz real es
encontrada. Si abandonamos la fe o nos desviamos del sendero de justicia bajo
la noción de promover la paz, estaremos, gravemente equivocados. Primero puros,
y luego pacíficos, es el orden de la sabiduría y de la evidencia.
Apeguémonos a la
instrucción de Pablo, y tendremos al Dios de paz con nosotros de la misma
manera que estuvo con el apóstol.
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