21 Mayo 2015



“Pero bendecirá la morada de los justos”
Proverbios 3: 33.



El justo teme al Señor y por tanto está bajo la protección divina incluso en cuanto al techo que le cubre a él y a su familia. Su casa es una morada de amor, una escuela de entrenamiento santo, y un lugar de luz celestial. En ella hay un altar familiar donde el nombre del Señor es tenido diariamente en reverencia. Por ello el Señor bendice su habitación. Puede ser una casita humilde o una mansión señorial; pero la bendición del Señor llega debido al carácter del habitante, y no debido al tamaño de la morada.

El hogar en el que el señor y la señora son personas temerosas de Dios, es sumamente bendecido; pero un hijo o una hija o incluso un sirviente pueden atraer una bendición sobre todo el hogar. El Señor con frecuencia preserva, prospera y provee a toda una familia por causa de uno o dos de sus miembros, que son personas “justas” en Su estimación, porque Su gracia los ha hecho así.

Amados, hemos de tener a Jesús como nuestro huésped constante, así como lo tenían las hermanas de Betania, y entonces seremos en verdad bendecidos.
Hemos de procurar ser justos en todas las cosas: en nuestro negocio, en nuestro juicio sobre los demás, en nuestro trato con los vecinos, y en nuestro propio carácter personal.

Un Dios justo no puede bendecir transacciones injustas.




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