17 Mayo 2015
“Entonces la mujer de quien era el hijo
vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo:
¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a
mí ni a ti; partidlo”.
1 Reyes
3:26
Era un episodio tenso
que pondría a prueba la sabiduría de Salomón, Salomón escucho la defensa de la
verdadera madre, pero la impostora no daba su brazo a torcer y peleaba por la
potestad del niño vivo el cual no era su hijo. Salomón lleno de sabiduría mando
a traer una espada y para solucionar dicho problema mando a que partiesen el
niño en dos para dar una parte a cada madre.
Es allí, en esos
momentos de peligro para un hijo en donde una verdadera madre se deja ver. Cada
uno de nosotros tenemos una madre la cual Dios nos ha querido dar, algunos
hemos tenido la bendición de tenerla a nuestro lado, quizá otros no han tenido
ese privilegio, pero igual, Dios cubre ese vacío con su amor eterno hacia
nosotros.
El episodio que acá se
estaba dando era propicio para ver hasta donde una madre permitiría que su hijo
sufriera un percance. “sus entrañas se le conmovieron por su hijo” Esa mujer no
pudo resistir el hecho de pensar que su hijo podía morir, prefirió dejar que la
otra mujer impostora tomara potestad de su hijo, antes de verlo muerto, fue ahí
en donde Salomón descubrió a la verdadera madre, el amor por su hijo la delato.
Definitivamente una
madre no puede ver sufrir a su hijo, ver a un hijo sufrir es como sufrir por sí
misma. Así son las madres, tan especiales. Amados hermanos, si bien es cierto
hay un día específico para celebrar a nuestras madres, pero nosotros como hijos
de Dios obedientes a su Palabra tenemos que honrar a nuestro padre y madre cada
día de su existencia, puesto que de esta manera nuestros días se alargaran y
estaremos haciendo la voluntad de Dios.
No te olvides de honrar
hoy también a padre y madre.
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