13 Mayo 2015
“Así que, hermanos, teniendo libertad para
entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y
vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne”
Hebreos
10:19-20
Cuando yo era un joven predicador, no pensaba mucho en
la guerra espiritual. Pensaba que cualquiera que caminaba en victoria no debía
tener problema alguno con el diablo. Para mí, era sólo un asunto de resistir al
diablo. Pero pronto encontré a un león rugiente lanzándose sobre mis
debilidades con todas sus fuerzas y me sentí indefenso para hacerle batalla.
Muy a menudo veo al diablo haciendo lo mismo con otros
cristianos sinceros. Conozco a multitudes de siervos piadosos, personas puras
de corazón, que caminan en la gracia, que repentinamente son abrumados por una
inundación demoniaca de confusión y desesperación.
Tales cristianos pueden estar trabajando
diligentemente para el Señor por años. De pronto, un día, Satanás inyecta su mente
con pensamientos acusadores. Y de la noche a la mañana son vencidos por
problemas horribles, tentaciones inesperadas, codicia y depresión. Sus pruebas
son tan profundas, extrañas y misteriosas, que estos santos no tienen idea de
dónde vinieron.
Creo que existe una sola explicación: Sus problemas
son ataques demoniacos. Vez tras vez he visto esto suceder a cristianos que
están creciendo apresuradamente. En el punto más alto de su crecimiento
espiritual, Satanás pone una vieja seducción en su camino. Puede ser una
lujuria antigua, algo que pensaron que habían vencido años atrás. Pero ahora,
después de años de vivir en victoria, están caminando sobre una cuerda floja,
tambaleándose a punto de caer en una situación que los podría llevar a una
terrible atadura.
He experimentado ese río. Y multitudes de creyentes
están siendo arrastrados ahora mismo por él. Son inundados con persecuciones,
ataques físicos, acosos mentales, tentaciones feroces del infierno, amigos
volviéndose contra ellos como enemigos. Satanás ha planeado un ataque total, de
último día y a toda fuerza para revolcarnos en total desesperación.
¿Cómo resistimos el poder de Satanás? Juan nos ofrece
la respuesta: “Y ellos le han vencido por
medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos” Apocalipsis
12:11. Cuando escuches el rugido del león, cuando la inundación te azote y
estés abrumado, sencillamente corre al Lugar Santísimo. Por fe, entra a la
misma presencia de Dios en Su trono porque el Cordero ha creado un camino para
ti, a través de su sangre.
David
Wilkerson [May 19, 1931 – April 27, 2011]
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