27 Mayo 2015
“Benditas serán tu canasta y tu artesa de
amasar”
Deuteronomio
28: 5
La obediencia trae una bendición sobre todas las provisiones que nuestra diligencia nos proporciona. Aquello que entra y sale de inmediato, como la fruta en la canasta que es para uso inmediato, será bendecido; y aquello que permanece con nosotros por una temporada más larga, igualmente recibirá una bendición. Tal vez la nuestra sea una porción equivalente a una canasta de mano.
Tenemos muy poco para
el desayuno, y un escaso bocado para la comida, en nuestro canasto, cuando
salimos a nuestro trabajo en la mañana. Esto está bien, pues la bendición del
Señor es prometida para esa canasta. Si no contamos con provisiones y sólo
tenemos lo que llevamos de la mano a la boca, recibiendo cada día la provisión
del día, estamos tan bien como Israel; pues cuando el Señor mantenía a Su
pueblo elegido, sólo les proporcionaba maná para el día.
¿Qué más necesitaban
ellos? ¿Qué más necesitamos nosotros? Pero si tenemos una reserva, ¡cuánto más
necesitamos que el Señor la bendiga! Pues está el cuidado de obtenerla, el
cuidado de guardarla, el cuidado de administrarla, el cuidado de usarla; y a
menos que el Señor la bendiga, estos cuidados carcomerán nuestros corazones,
hasta que nuestros bienes se conviertan en nuestros dioses, y nuestros cuidados
se manifiesten en llagas gangrenosas.
Oh, Señor, bendice
nuestros bienes. Capacítanos para usarlos para Tu gloria.
Ayúdanos a mantener las
cosas mundanas en su debido lugar, y que nuestros ahorros no pongan en peligro
la salvación de nuestras almas.
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